EN DESIERTO DA SUS GRITOS

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. .EN DESIERTO DA SUS GRITOS


Sombra oscura y tenebrosa se levanta
de horizonte enardecido por pasiones
que en violentas y fogosas abrasiones
con locura irresponsable se buscara
– pretendiendo ser la forma en que se amara –
y de estúpidos olvidos sin perdones.


Fiebres altas producidas por la fiebre
de inconsciente e inmaduro pensamiento
disoluto degenera en sufrimiento
sus desidias e inyectadas infusiones
pues con socio al concebir prostituciones
en desierto da sus gritos de lamento.


Orlando Francisco Menéndez
21/06/2008, 02:55am Argentina


. . . . .Comentario sobre el texto de mi poesía

Vivimos en un “mundo” de cordura aparente, pero existen inmersos otros mundos, de otros estratos sociales, económicos, morales...

Algunos podemos disfrutar desde paseos al aire libre hasta las noches de esparcimiento en lugares donde medianamente vivimos normales.

Hay otros mundos, submundos... sadomasoquismo, prostitución (de toda clase), homosexualidad, bestialidad, pederastia, travestismo, drogadicción... placeres perversos que suelen terminar en lamentos... como por ejemplo, cuando el temible SIDA a veces pasa la factura y los ciudadanos de ese submundo ven su propia realidad : ... la nada... el desierto donde dan sus gritos de lamento.

Esta es una poesía sobre las miserias humanas, de humanos deshumanizados. Es una poesía cruda...
Creo que hasta puede ser mejor no entenderla... a la realidad, digo.
Pero yo vivo informándome, leyendo, estudiando... y siendo demasiado observador, suelo “ver” más allá de lo que se ve a simple vista.

Esta poesía es un planteamiento sociológico. Y es probable que con mis polifacéticos temas no resulte ser un poeta muy ortodoxo, porque mis lectores no encontrarán la monotonía de quien solamente hace poesías con el mismo tema de florcitas, maripositas o nubecitas... Porque tanto puedo escribir una poesía sobre algo tan mío, simple y cotidiano como la forma en que me preparo un café... como escribir y describir algo también cotidiano pero muy complejo: la forma que algunos corrompen sus existencias.

Orlando Francisco Menéndez
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