lunes, 3 de mayo de 2010

MUJER CON CALABAZA (cuento)

.
La madrugada del Lunes resultaba sombría para esa neurótica calabaza que sostenía sobre sus hombros a modo de cabeza. No pudiendo conciliar el sueño, se apresuró como un zombie a sentarse frente a su computadora y conectarse a Internet.

Las perforaciones que hacían las veces de ojos, intentaron ver vídeos de su lejano amigo, pero pronto sintió que las sombras de sus fantasmas ensombrecían lúgubremente a su aterrada alma.

Intentó escuchar los sonidos del exterior y un ensordecedor silencio la quemó con escalofríos… Sí, efectivamente, los ardientes chillidos de los feos y temibles pajarracos de su jardín entonaban disonantes acordes de fúnebres ultratumbas.

Desesperada escribió apresuradamente un mensaje por Facebook esperando hallar salvación de las abismales profundidades en las que se estaba sumiendo.

Subir a la cumbre de la montaña por donde se asomaba la Luna, para arrojarse desde allí no le era posible ya que no acostumbraba a caminar, salvo en la cinta de gimnasia estática que ya ni su perrita utilizaba. Sabía que jamás llegaría ni siquiera a acercarse al pie de la montaña.


Entonces se lamentó que en su Beldam City no hubiese rieles de tren donde arrojarse para acabar con su malograda vida…. Vida que se le seguía escapando de las manos, escurriéndosele en la ausencia de los orgásmicos gritos de agonía que anhelaba emitir desde lo más profundo de su ser… y por su piel.

El espejo le seguía demostrando que estaba llena de vida, pero el almanaque de su vida le indicaba lo contrario.


Vez tras vez, pensaba en la fecha que figuraba en su partida de nacimiento y enloquecía de desesperación.
Pensar en los amigos de su juventud no la ayudaba. Menos aún el observar cómo los ídolos de la canción de aquellos tiempos, estaban ya sumamente arrugados y decrépitos. Greybeard no era el mismo Greybeard. Elvis ya estaba muerto aunque algunos insistieran en creer que Elvis estuviera vivo. Y para colmo de males, su esposo Husband seguía siendo el mismo de siempre...

Comenzó a sentir los latidos de su corazón. Tomó el teléfono y llamó a su amigo Saxon, médico ya cansado de soportarla, cuya voz calma solía tranquilizarla un poco:
—Está bien que escuches los latidos de tu corazón, pues eso significa que estás viva... Llámame cuando ya no los sientas...—
Mientras tanto, observaba llena de temores la forma en que Penman, que podría ser el gran amor de su vida, estaba a una distancia inalcanzable... Aterrada presentía que algunas mujeres se le estaban acercando demasiado… y lo perdería para siempre.

Su vida era su muerte. Moría su muerte día a día.

Desesperada tomó el teléfono y comenzó a discar, pero se detuvo y colgó. —¿En qué tono le hablaré?— masculló dubitativamente. Decidió que era tiempo de esgrimir su faceta de llorona:

— Hola mi amor ¿ya no me quieres?— gimió con la abertura de su calabaza que hacía las veces de boca.

. . . . . . .

Orlando Francisco Menéndez
03/05/2010 21:40

6 comentarios:

  1. Lindo,lindo pero muy triste....¿ los años nos ponen así? ....puede ser...la calabaza.

    Beldever

    ResponderEliminar
  2. Eso es lo que voy hacer! Le extraño mucho.Hace tiempo que no hablamos! Me miro al espejo y de verdad veo que mi cara parece una calabaza pero de aquellas aún brillantes y lindas y además coloridas, mismo con solo 5 horas de sueño! No! yo no me siento como esa calabaza. Ademas yo tengo el tren aqui cerca y ni siquier pienso en sus rieles. Pienso si en los rieles y su olor de los trenes en que viajé cuando era niña.

    Besos
    Flor

    ResponderEliminar
  3. Orlando!
    aún te leo por acá ;)
    no pierdes el encanto!

    ResponderEliminar
  4. "beldever", efectivamente, es sólo cuestión de calabaza... Cariños.

    ResponderEliminar
  5. ¡Brenda!... ¡Y tú siempre estás llena de entusiasmo! !MUCHAS GRACIAS! Un beso

    ResponderEliminar

Acerca de la poesía ▼